Kali es la diosa hindú de la muerte y el tiempo, frecuentemente asociada con la sexualidad y la violencia; pero a su vez considerada una figura maternal y símbolo de ese amor. También encarna lo que los hindúes llaman ‘shakti’ – energía femenina, creatividad y fertilidad. Es representada como una figura guerrera, aterradora con un collar de cabezas, una pollera de brazos, la lengua afuera y con armas chorreando sangre.
Es muy probable, como pasa generalmente con los orígenes de la mayoría de las deidades, que los orígenes de Kali se encuentren en el folklore tribal. Hay varias historias tradicionales que hablan del surgimiento de Kali como deidad. La primera vez que el nombre Kali aparece es en lo que se conoce como Atharva Veda, una colección de himnos y mantras publicados entre el 1200 y el 1000 AC. Pero es recién 400 años después que aparece como un individuo con derecho propio, representada como una diosa de la guerra. Apareció en el panteón de dioses como una deidad inferior alrededor del siglo VIII AC, representada como una defensora contra las fuerzas demoniacas y malévolas y para el siglo XIX, Kali se convirtió en una diosa en el panteón principal, símbolo de la rabia divina, del poder en su estado más crudo y de la potencia salvaje de la naturaleza.
Para la mirada occidental, Kali es una diosa oscura de mente, cuerpo y alma, una diosa misteriosa de la muerte y la destrucción. Sin embargo, su historia es mucho más compleja y más abarcatiba. No puede ser fácilmente catalogada y encasillada en la narrativa occidental del bien contra el mal, de hecho, Kali trasciende ambos aspectos.
Hoy en día, su imagen refleja esa dualidad. Kali es representada en el acto de matar, pero sonríe de manera atrayente. Se la representa con la lengua afuera, símbolo tanto de modestia (en la tradición Bengalí) y su sed de sangre. Su pelo despeinado es una indicación de su ansia por la sangre y alternativamente, el misterio metafísico que rodea la vida. Sus tres ojos representan omniscencia, sus pechos representan el deseo sexual así también como la alimentación. Su desnudez representa al mismo tiempo carnalidad y pureza. Su collar de cabezas cortadas y su faja de brazos cortados representan su ira, pero a su vez, son metáforas tántricas del poder creativo y de la ruptura con lazos del karma. Hoy en día, la pose más común de Kali en las pinturas es en su fase mas temida como asesina de demonios, en la cual ella se para o baila con un pie encima de Shiva, quien esta desplomado en el suelo, mientras sostiene una cabeza cortada en su mano. Devdutt Pattanaik, mitólogo indio, en su libro “Siete secretos de la diosa” expresa que esta imagen era tan molesta para el patriarcado que fue mantenida en secreto por largo tiempo.
El mito ‘mainstream’ quiere que Kali sea incontrolable y sedienta de sangre, mientras que Shiva, el dios masculino, sea sabio y este siempre en control de sus poderes.
Kali también es un símbolo de la madre naturaleza – creativa, que nutre, pero también devora, pero que es fundamentalmente amorosa y benevolente. En la meditación tántrica, la naturaleza dual de Kali conduce a los practicantes a enfrentarse simultáneamente con la belleza de la vida y la realidad de la muerte, con el entendimiento que uno no puede existir sin el otro.
Para muchos, Kali personifica la libertad ilimitada y existencial para ser sin pedir permiso. Arundhuti Singhal, co-fundadora del ‘Mythology Project’ (https://themythologyproject.com/) – una plataforma de análisis de la mitología y el folklore – menciona que la naturaleza ambivalente y a veces contradictoria de esta diosa está alineada con el hecho de ser una ‘temprana deidad femenina’. Duplicidad y multiplicidad eran rasgos asociados con las deidades femeninas en la antigüedad. Singhal continúa explicando que los dioses masculinos tienen solo una faceta – a excepción de Shiva quien tiene una compleja naturaleza ya que este dios contiene lo masculino y lo femenino- pero que no hay deidades femeninas que signifiquen solo una cosa.
A partir del siglo XX muchas feministas occidentales han adoptado a Kali como un símbolo del empoderamiento femenino. También la han convertido en un símbolo de un orden matriarcal, anterior al presente estado de patriarcado. Un denominador común entre los que estudian o veneran a Kali es que, como muchas otras divinidades femeninas, son consideradas como la máxima expresión de la naturaleza. Como la naturaleza, Kali tiene un lado destructivo, así como un lado benevolente.
Es por eso que muchas intelectuales feministas, traen a Kali como el símbolo feminista que hoy necesita el movimiento. Ella es compleja, con muchos rasgos que contrastan entre sí, todos los cuales son manifestaciones igualmente poderosas de la fuerza femenina. De todos modos, vale la pena mencionar, que para el mitólogo y autor Devdutt Pattanaik la versión de Kali que se conoce en occidente, es probablemente irreconocible para muchos indios. Luego aclara, que debemos de recordar que las imágenes y las deidades a menudo ‘viajan’ a través de diferentes culturas y eso hace que estas tomen y muten a significados diferentes.
Lo que Kali significa o representa para una feminista en occidente puede ser muy diferente a lo que representa para una feminista en India. Pattanaik concluye que en occidente tenemos un conocimiento muy superficial de Kali, pero que no se nos ‘puede juzgar’ muy duramente porque Kali no es un símbolo de nuestra cultura.
El rol de Kali en la mitología vehiculiza un concepto de femineidad muy diferente de los ideales gráciles y recatados que son ‘mainstream’ alrededor del mundo – incluyendo India, la tierra que dio nacimiento a esta poderosa y feroz diosa, pero que prescribe el ideal de mujer como sumisa y obediente. Kali no es nada de lo anterior; su poder y ferocidad son incluso mejores que los de Shiva, el dios masculino, sabio y en control de sus poderes.
La razón por la cual elegir Kali como un icono feminista según muchas corrientes, no es el de reclamar el derecho a ser agresivas, ferales o despiadadas; es aceptar que la razón por la cual las mujeres estamos en guerra es simplemente ser. Como Kali, de la manera que se nos de la gana, sea cual sea la manera en que los demás elijan vernos.